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pastor
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Ubicación: EN LA TIERRA QUE AUN SE LLAMA ESPAÑA
Publicado: Lun Mar 19, 2007 4:39 am Asunto: LA OVEJA LLEVABA EL CINTURON PUESTO

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La tarde es soleada. El servicio hasta ese momento, quizás algo monótono. El lugar previsto de la identificación es en una carretera local de la que nosotros solemos decir que "no vuelan ni las águilas".

Llevamos algo más de 25 minutos cuando a lo lejos vemos venir lo que parece ser un renault 4 de color claro. El compañero me dice que seguro que la citada reliquía llevará sin pasar la ITV algunos años. Le hago la señal de alto y parada cuando le faltan todavía algunos metros para llegar a nuestra altura, y observo a la distancia las facciones rarísimas del acompañante del conductor del turismo.

Conforme llega y efectua la parada mis ojos se van al acompañante y mi estupor pasa al contenido de una sonora carcajada, que el compañero no puede evitar distanciándose del lugar unos 50 metros. Sentado en el asiento del copiloto, comtemplamos que viaja muy tranquilamente una gran oveja o carnero de color negro como un tizón, con su cinturón puesto. El animal lleva las cuatro patas hacia la parte delantera, y yó trato de averiguar si va sentado sobre sus cuartos traseros o simplemte gravita sobre el asiento. Tiene la vista fija en el cristal delantero con la misma atención que llevaría Fernando Alonso en el asfalto en la fórmula uno. Mi intención es darle las buenas tardes pero creo que el ser no me va contestar, y me abstengo con la carcajada a punto de estallar en mi boca.

- Buenos días le digo al conductor de uno 70 años y boina en la cabeza.
- Buenos días, y buenos que son - me contesta-.

Sigo mirando al acompañante mientras con mi mano oculto la sonrisa que no puedo contener ante tal visión, la primera de ese calado en mis años de servicio.

- ¿ Que -le pregunto- el acompañante no dice nada?

- ¡¡¡ Que va a decir!!!... ¡¡¡ pués buena está la cosa con esto de los puntos !!!.

- Y ¿ a quién de los dos debería retirar los puntos en este momento? - le contesto, y ya no puedo más, le doy paso como puedo y rompo a reir mientras comtemplo al compañero agachado contemplando la escena mientras tose a consecuencia del rato que lleva partiéndose de risa.

Todavía me quedan fuerzas y ganas para saludar militarmente a la citada oveja, que sigue con las cuatro patas extendidas hacia delante y con la vista fija de sus grandes ojos en la carretera, mientras sigo con las carcajadas como el coche arranca de nuevo con su particular ocupante.

Juro que todo es cierto... y la visión del ovejuno sigue en mis retinas y hace que me empiece a reir esté donde esté en cuanto me acuerdo de caso.

PASTOR

Paula se «embriaga» del toreo de Morante y sale a hombros de la Guardia Civil

Embriagado por algo más que por el toreo de Morante, era tan lento su «paseíllo» y tan vergonzante su estado que la Guardia Civil le invitó a abandonar la plaza. Y el gitano de Jerez, en una muestra más de su genial personalidad, posó sus brazos en los hombros de los guardias y salió por el patio de cuadrillas del redondel.

ROSARIO PÉREZ. MORALZARZAL (MADRID).
La deliciosa fragancia de la torería empapaba la arena. Morante remataba su paseo por el anillo, después de cortar dos orejas, cuando su apoderado, Rafael de Paula, salió al ruedo. Estupor en los tendidos, que pitó su puesta en escena. Y el rostro de Morante, un poema.

Paula miró hacia la presidencia y alzó un dedo. Runrún en el graderío. Las interpretaciones no se hicieron esperar: mientras unos decían que Paula trataba de indicar que la faena de Morante era de una sola oreja, otros comentaban que con su gesto señalaba que el de La Puebla es el número uno. Versiones al margen, su «genialidad» se tomó como una falta de respeto.

Pero la cosa no quedó ahí: Rafael de Paula, con la gorrilla calada y un puro entre los labios, se dirigió a paso de procesión hacia el centro del ruedo. Embriagado por algo más que por el toreo de Morante, era tan lento su «paseíllo» y tan vergonzante su estado que la Guardia Civil le invitó a abandonar la plaza. Y el gitano de Jerez, en una muestra más de su genial personalidad, posó sus brazos en los hombros de los guardias y salió por el patio de cuadrillas del redondel.

A pesar del escándalo, se oyó de los más acérrimos paulistas: «Si es que tanto arte no se «pué aguantá»».

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