OPERACION WALKIRIA
Publicado: 11 Oct 2011, 07:08
Igual que un sin techo o incluso un indignado tumbado en el césped de un parque o inclusive como algunas ministras interplanetarias salientes, estaba observando las estrellas como lo hizo durante todo su mandato un presunto presidente mientras presuntamente presidía y que no llegará a conocer presidio alguno al igual que sus ya salientes ministras interplanetarias, sólo que las miraba desde el interior del coche particular solo, ya que el oficial estaba quemado hasta la extenuación como la mayoría de los españoles durante la reciente época de mayor esplendor conocida en este país y en todos los limítrofes europeos desde la muerte de Felipe II, no el del brandy ministra, al que todavía no ha llegado a solicitar su partida de nacimiento juez condecorado alguno por los hechos acaecidos en la batalla de Lepanto, tampoco el del brandy ministra, tampoco, y haber perdido Cervantes un brazo y que, de momento, se desconoce su pase por prisión pese a las presiones nunca presididas por el candidato a la Presidencia.
Excepto los fines de semana, el resto de los días en horas matutinas y tardías se utilizaba para que, acompañado por el conductor de servicio, el hijo del máximo responsable zonal comenzara a hacer sus pinitos con el volante no llegando a pagar en la autoescuela ni una clase práctica y al final aprobara a la primera.
Miró el reloj que marcaba las 2,30 de la madrugada, y como poco le quedaba otra media hora para empezar a seguir a su objetivo. El bingo lo chapaban a las 3,00 y estaba cansado de esperar. Pero tampoco sabía en qué momento saldría antes de cerrar, cuándo en concreto iba a abandonar el establecimiento. En ese tiempo de espera aprovechó para comerse el bocata de jamón y beber el bote de cola. Y sin dietas, como los políticos asistentes a las procesiones de su pueblo ni tampoco solicitar nocturnidad, ni por ser de noche ni por usar un coche blindado, tuneado ni abacaleado de 300 mil euros. Acostumbrado estaba y para que las cosas sigan bien para muchos estómagos agradecidos hay concetos que no deben jamás cambiar. El jefe de sala dio las buenas noches a los jugadores invitándoles a que al día siguiente volvieran, igual que antaño lo hacían los toreros, a las 5 de la tarde. Éstos se juegan la vida en la plaza, los que iban a volver a las 5 los dineros propios y de la economía doméstica y alegremente los políticos progresistas los de todos.
Se encontraba fumando el cigarro típico de después cuando todavía estaba asequible a las clases medias, una vez que dio por finalizada la "cena" y con el palillo en la boca a 100 metros del coche de su objetivo con los prismáticos apoyados en el asiento del ayudante del conductor vio como entró en el coche y se encendieron la matrícula y las luces traseras y a continuación arrancó el particular. Menos mal que igual que ellos dos, varios bingueros trasnochados hicieron lo mismo. Salió del estacionamiento y pilló la vía principal, no se dio cuenta que Lucas iba detrás. Atravesó la ciudad y enfiló la carretera general.
El agente le siguió de lejos durante unos kilómetros y abandonó en una recta, no podía arriesgarse más por esa noche. Regresó al centro y miró la aguja de la gasolina, debía de pasar a repostar de nuevo. Observó a un lado y otro y no vio a ministro alguno esperándole, ni escoltas ni coche bicolor y, caso de haber estado, tampoco le hubiera montado en el suyo para no ser blanco de miradas inoportunas. Otras cuantas pelillas propias para no cargar las arcas del estado. Sabía que no iba a ver ni una cala, pero el pundonor es el pundonor. Él no era mariquita, ni pertenecía a una Ong de componentes vestidos de coronel Tapioca, ni siquiera banquero, ni estaba afiliado a organización sindical alguna, ni tampoco era cantante de tercera.
Al día siguiente la misma operación, sólo que en vez de empezar en la salida del bingo tras comprobar que tenía aparcado el coche en las inmediaciones del establecimiento, Lucas le esperó escondido al final de la recta con los prismáticos nocturnos al lado. Medio escondió el coche en el mismo sentido de la marcha y pacientemente esperó de nuevo como lo venía haciendo varias noches atrás. Había cenado callos y eso tiene consecuencias. Pilló un rollo de papel que siempre llevaba para casos de emergencia y salió del coche. Pero aquello no acababa de cuajar. Así, que ni corto ni perezoso centró en su mente la cara del Director. Como una seda.
Podía equivocarse y el pintor en vez de salir hacía el punto donde tenía apalancado el grueso de la droga podía regresar a casa. Riesgos que hay que correr.
Pero sin embargo le salió bien la jugada, el traficante partió a distribuir la mercancía, la droga que le daba enormes beneficios. Sin embargo Lucas cobraba un sueldo modesto pero era incorruptible. Eso lo sabía el pintor y toda la banda que andaba fuera de juego. Contento con los progresos que iba haciendo con la operación se puso a cantar en medio de la noche. Que se joda la Sgae que él no iba a contribuir económicamente con 40.000 euros en la visita a casas caras donde las bombillas emiten poca luz. Aunque con las nuevas medidas por parte del ejecutivo donando gratuitamente una bombilla de bajo consumo las empresas hidroeléctricas deberían de subir la tarifa, como así ha sido. ¿Alguien ha visto la bombilla?.
Se puso a seguir al coche a unos 200 metros y continuó detrás él durante unos diez minutos más sin dejar de observar uno de los pilotos traseros que, casualidades de la vida, tenía la carcasa ligeramente agujereada por lo que despedía un llamativo halo de luz muy visible en la obscuridad de la noche. ¿Casualidad?
Tampoco podía aventurarse hasta el extremo de cargarse la operación así que en la primera desviación abandono el seguimiento. Creía tener la zona controlada pero había que llegar al sitio exacto donde estaba escondida la cocaína, no valía estar cerca, de nada servía estar a 10 metros cuando no sabía donde la tenía apalancada con exactitud.
Dejó de seguirle y a continuación volvió a la ciudad. En concreto a las inmediaciones del domicilio del pintor jubilado por accidente laboral. Entonces, las jubilaciones no eran como hoy en día las de ciertos banqueros con cifras millonarias sin enterarse el banco de España e incluso con su connivencia. Calculó el tiempo de regreso y escondido esperó pacientemente la llegada del coche. Justo dos horas más tarde.
La operación era sencilla según le habían contado sus confidentes. Y en ese mundo cabrón y callejero las delaciones se pagan bien. Desgraciadamente el nuestro no difiere en mucho. El pintor tenía apalancados unos diez kilos en un punto determinado que únicamente él sabía. Con los días y según los pedidos, iba puliendo los paquetitos, volviendo de noche al agujero y desde allí distribuía más por las señales de los puntos kilométricos, bajo determinadas piedras señaladas de las diversas carreteras secundarias, al lado de un árbol, en la patas de los contenedores de basura, normalmente los fines de semana y por supuesto los días anteriores a los feriados. O como dicen en España, en la España de verdad y tan odiada por algunos patriotas de la suya, festivos.
Paquetes que iban en consonancia a lo pagado por los consumidores. De cinco gramos en adelante y siempre de cinco en cinco, siendo el tope de 50. De esta manera lo máximo que podría perder sería el equivalente a 50. Los beneficios mayores los tenía a menos cantidad vendida por papelina aunque siempre con más riesgo. El "negocio" se cerraba de palabra en su casa, siempre en el domicilio, nunca lo hacía en el coche particular y con escolta y vehículo de la Guardia civil precediéndole y por supuesto que antes de desvelar el punto exacto donde se encontraba el género con la cantidad fijada, el consumidor o segundo vendedor abonaba la cantidad estipulada en base a lo solicitado. A tocateja. No se fiaba. Por lo tanto no había otra forma de hacer las cosas. Seguimientos hasta dar con el punto, y lo más importante para probar a nivel judicial, pillarlo con las manos en el grueso de la droga, de otra forma, el pintor siempre libraría.
.- Buenos días mi Capitán ¿rica la manzana que se está comiendo?
.- Ya ves Ernesto, aquí echando un tentenpié a madia mañana.
.- Qué le aproveche mi Capitán. Ya que estamos, quería comentarle. El chaval éste resulta que no viene a la oficina de 9 a 2 como todos y claro...hay unos horarios y normas que cumplir, mucho papeleo que hacer y yo como Cabo jefe de grupo he de hacerlo todo.
.- Bueno, pero mientras tu vienes de 9 a 2, él en concreto está muchas noches por ahí, me lo demuestra con servicios y esto es una sección de drogas.
.- Ya mi Capitán, pero soy el Cabo responsable y Lucas no me dice lo que está haciendo.
.- No te preocupes Ernesto, que de lo que él hace me informa a mí. Por cierto, la operación de chocolate aquella que me comentaste el mes pasado ¿seguís con ella?.
.- Por supuesto mi Capitán, estamos hablando con el amigo de uno que estuvo en Marruecos hace seis años y tiene un conocido que es primo lejano de la mujer del bar en el que toma café y echa la partida los domingos y nos ha dicho que la cosa va bien.
Y ahí ya se produjo el primer enfrentamiento entre Cabo y Agente. El Cabo, trabajador como un ministro o incluso diputado, iba de 9 a 14 a la oficina en una sección antidroga. Vamos que estaba enterado de todo. El ser jefe es lo que tiene, alguna ventaja que otra, él estaba para impulsar y se autodefinía como coordinador de servicios. Se adelanto a su tiempo. A las 2 a por el pan y un poco de fruta, un vino en invierno y un cortito en verano y con la misma a las 2`15 se encerraba en el pabellón con doble cerradura y por si había atentado, colocaba un candado de refuerzo acompañado de su reciente mujer que había hecho la compra fuerte y hasta otro día.
A la noche siguiente Lucas le esperó en el bingo, pero no acudió. A las 2 de la mañana se dio un rulo por casa del camello y allí estaba el coche aparcado y las luces del salón encendidas, pacientemente esperó hasta las 5. Hoy no habría movida y con la misma se fue a acostar. En ese momento su mujer se levantaba para ir a trabajar y las cosas empezaban a ir mal en el matrimonio. Curro a deshoras para él y el hijo era cuidado por la suegra en casi su totalidad. A la mañana siguiente, tarde ya sobre las 12, se llegó a la oficina, rellenó el informe y como no había otra cosa que rascar, siguió con la movida del pintor. Acabó el preceptivo informe y lo metió en la carpeta en curso y en su exterior "Operación Walkiria". Todos los datos fueron consignados al detalle. Lo de los bocatas y bote de cola no lo reflejó.
Seis años antes.
.- Me informa el Capitán de especialistas que anoche estabais dentro de un club y el vehículo en el exterior cerrado y solo.
.- MI Teniente Coronel, eran las tres de la madrugada y hacía un frío enorme, nos limitamos a tomar un café ambos.
.- Ya, pero lo hicisteis de uniforme y abandonando el vehículo oficial. Por lo tanto Lucas no tengo más remedio que obrar en consecuencia.
.- ¿Ordena alguna otra cosa?
.- Nada Lucas, nada.
.- A la orden de Usía, mi Teniente Coronel.
Lucas y el auxiliar de pareja abandonaron el despacho del jefe. Bajaron las escaleras del primer piso y se llegaron al bar. Aquello era un hervidero de personas. Hombres con mono y de uniforme que no portaban pistola, los de judicial, los de información, los del gati, los del taller y al final de la barra otros dos uniformados a los que conocía y estaban esperando que les cambiaran el aceite del coche. Qué raro pensó el auxiliar. Estaban en su madia hora del bocadillo. Pero lo curioso es que eran las 13 horas y todos bebían vermout y blanco. En fin
Lucas le comentó al compañero que lo esperara.
Deshizo el camino y habló con el Ayudante.
.- Mi Capitán, quisiera hablar un momento con el Teniente Coronel.
.- Rápido Lucas que tengo prisa.
.- Mi Teniente Coronel ¿podría preguntarle qué concepto se nos va a aplicar?.
.- Ya sabes, el artículo… te lo resumo “acudir a casas de mala nota o fama”.
.- Gracias Mi Teniente Coronel.
Al llegar a la puerta del despacho para ya salir, Lucas se volvió hacia el jefe, como lo hace Colombo y a lo tonto, como hace Colombo, le comentó:
.- Mi Teniente Coronel ¿la esposa del Capitán Marcial de especialistas sabe que él estaba a la misma hora que nosotros en el club?
Por la cara del uno, Lucas supo que no iban a ser corregidos. De momento. El Capitán Marcial años más tarde ocupó la vacante de Teniente Coronel primer jefe de la Comandancia. Y ese no tenía prisa en hacer eso que hacen esos.
Saludos.
Excepto los fines de semana, el resto de los días en horas matutinas y tardías se utilizaba para que, acompañado por el conductor de servicio, el hijo del máximo responsable zonal comenzara a hacer sus pinitos con el volante no llegando a pagar en la autoescuela ni una clase práctica y al final aprobara a la primera.
Miró el reloj que marcaba las 2,30 de la madrugada, y como poco le quedaba otra media hora para empezar a seguir a su objetivo. El bingo lo chapaban a las 3,00 y estaba cansado de esperar. Pero tampoco sabía en qué momento saldría antes de cerrar, cuándo en concreto iba a abandonar el establecimiento. En ese tiempo de espera aprovechó para comerse el bocata de jamón y beber el bote de cola. Y sin dietas, como los políticos asistentes a las procesiones de su pueblo ni tampoco solicitar nocturnidad, ni por ser de noche ni por usar un coche blindado, tuneado ni abacaleado de 300 mil euros. Acostumbrado estaba y para que las cosas sigan bien para muchos estómagos agradecidos hay concetos que no deben jamás cambiar. El jefe de sala dio las buenas noches a los jugadores invitándoles a que al día siguiente volvieran, igual que antaño lo hacían los toreros, a las 5 de la tarde. Éstos se juegan la vida en la plaza, los que iban a volver a las 5 los dineros propios y de la economía doméstica y alegremente los políticos progresistas los de todos.
Se encontraba fumando el cigarro típico de después cuando todavía estaba asequible a las clases medias, una vez que dio por finalizada la "cena" y con el palillo en la boca a 100 metros del coche de su objetivo con los prismáticos apoyados en el asiento del ayudante del conductor vio como entró en el coche y se encendieron la matrícula y las luces traseras y a continuación arrancó el particular. Menos mal que igual que ellos dos, varios bingueros trasnochados hicieron lo mismo. Salió del estacionamiento y pilló la vía principal, no se dio cuenta que Lucas iba detrás. Atravesó la ciudad y enfiló la carretera general.
El agente le siguió de lejos durante unos kilómetros y abandonó en una recta, no podía arriesgarse más por esa noche. Regresó al centro y miró la aguja de la gasolina, debía de pasar a repostar de nuevo. Observó a un lado y otro y no vio a ministro alguno esperándole, ni escoltas ni coche bicolor y, caso de haber estado, tampoco le hubiera montado en el suyo para no ser blanco de miradas inoportunas. Otras cuantas pelillas propias para no cargar las arcas del estado. Sabía que no iba a ver ni una cala, pero el pundonor es el pundonor. Él no era mariquita, ni pertenecía a una Ong de componentes vestidos de coronel Tapioca, ni siquiera banquero, ni estaba afiliado a organización sindical alguna, ni tampoco era cantante de tercera.
Al día siguiente la misma operación, sólo que en vez de empezar en la salida del bingo tras comprobar que tenía aparcado el coche en las inmediaciones del establecimiento, Lucas le esperó escondido al final de la recta con los prismáticos nocturnos al lado. Medio escondió el coche en el mismo sentido de la marcha y pacientemente esperó de nuevo como lo venía haciendo varias noches atrás. Había cenado callos y eso tiene consecuencias. Pilló un rollo de papel que siempre llevaba para casos de emergencia y salió del coche. Pero aquello no acababa de cuajar. Así, que ni corto ni perezoso centró en su mente la cara del Director. Como una seda.
Podía equivocarse y el pintor en vez de salir hacía el punto donde tenía apalancado el grueso de la droga podía regresar a casa. Riesgos que hay que correr.
Pero sin embargo le salió bien la jugada, el traficante partió a distribuir la mercancía, la droga que le daba enormes beneficios. Sin embargo Lucas cobraba un sueldo modesto pero era incorruptible. Eso lo sabía el pintor y toda la banda que andaba fuera de juego. Contento con los progresos que iba haciendo con la operación se puso a cantar en medio de la noche. Que se joda la Sgae que él no iba a contribuir económicamente con 40.000 euros en la visita a casas caras donde las bombillas emiten poca luz. Aunque con las nuevas medidas por parte del ejecutivo donando gratuitamente una bombilla de bajo consumo las empresas hidroeléctricas deberían de subir la tarifa, como así ha sido. ¿Alguien ha visto la bombilla?.
Se puso a seguir al coche a unos 200 metros y continuó detrás él durante unos diez minutos más sin dejar de observar uno de los pilotos traseros que, casualidades de la vida, tenía la carcasa ligeramente agujereada por lo que despedía un llamativo halo de luz muy visible en la obscuridad de la noche. ¿Casualidad?
Tampoco podía aventurarse hasta el extremo de cargarse la operación así que en la primera desviación abandono el seguimiento. Creía tener la zona controlada pero había que llegar al sitio exacto donde estaba escondida la cocaína, no valía estar cerca, de nada servía estar a 10 metros cuando no sabía donde la tenía apalancada con exactitud.
Dejó de seguirle y a continuación volvió a la ciudad. En concreto a las inmediaciones del domicilio del pintor jubilado por accidente laboral. Entonces, las jubilaciones no eran como hoy en día las de ciertos banqueros con cifras millonarias sin enterarse el banco de España e incluso con su connivencia. Calculó el tiempo de regreso y escondido esperó pacientemente la llegada del coche. Justo dos horas más tarde.
La operación era sencilla según le habían contado sus confidentes. Y en ese mundo cabrón y callejero las delaciones se pagan bien. Desgraciadamente el nuestro no difiere en mucho. El pintor tenía apalancados unos diez kilos en un punto determinado que únicamente él sabía. Con los días y según los pedidos, iba puliendo los paquetitos, volviendo de noche al agujero y desde allí distribuía más por las señales de los puntos kilométricos, bajo determinadas piedras señaladas de las diversas carreteras secundarias, al lado de un árbol, en la patas de los contenedores de basura, normalmente los fines de semana y por supuesto los días anteriores a los feriados. O como dicen en España, en la España de verdad y tan odiada por algunos patriotas de la suya, festivos.
Paquetes que iban en consonancia a lo pagado por los consumidores. De cinco gramos en adelante y siempre de cinco en cinco, siendo el tope de 50. De esta manera lo máximo que podría perder sería el equivalente a 50. Los beneficios mayores los tenía a menos cantidad vendida por papelina aunque siempre con más riesgo. El "negocio" se cerraba de palabra en su casa, siempre en el domicilio, nunca lo hacía en el coche particular y con escolta y vehículo de la Guardia civil precediéndole y por supuesto que antes de desvelar el punto exacto donde se encontraba el género con la cantidad fijada, el consumidor o segundo vendedor abonaba la cantidad estipulada en base a lo solicitado. A tocateja. No se fiaba. Por lo tanto no había otra forma de hacer las cosas. Seguimientos hasta dar con el punto, y lo más importante para probar a nivel judicial, pillarlo con las manos en el grueso de la droga, de otra forma, el pintor siempre libraría.
.- Buenos días mi Capitán ¿rica la manzana que se está comiendo?
.- Ya ves Ernesto, aquí echando un tentenpié a madia mañana.
.- Qué le aproveche mi Capitán. Ya que estamos, quería comentarle. El chaval éste resulta que no viene a la oficina de 9 a 2 como todos y claro...hay unos horarios y normas que cumplir, mucho papeleo que hacer y yo como Cabo jefe de grupo he de hacerlo todo.
.- Bueno, pero mientras tu vienes de 9 a 2, él en concreto está muchas noches por ahí, me lo demuestra con servicios y esto es una sección de drogas.
.- Ya mi Capitán, pero soy el Cabo responsable y Lucas no me dice lo que está haciendo.
.- No te preocupes Ernesto, que de lo que él hace me informa a mí. Por cierto, la operación de chocolate aquella que me comentaste el mes pasado ¿seguís con ella?.
.- Por supuesto mi Capitán, estamos hablando con el amigo de uno que estuvo en Marruecos hace seis años y tiene un conocido que es primo lejano de la mujer del bar en el que toma café y echa la partida los domingos y nos ha dicho que la cosa va bien.
Y ahí ya se produjo el primer enfrentamiento entre Cabo y Agente. El Cabo, trabajador como un ministro o incluso diputado, iba de 9 a 14 a la oficina en una sección antidroga. Vamos que estaba enterado de todo. El ser jefe es lo que tiene, alguna ventaja que otra, él estaba para impulsar y se autodefinía como coordinador de servicios. Se adelanto a su tiempo. A las 2 a por el pan y un poco de fruta, un vino en invierno y un cortito en verano y con la misma a las 2`15 se encerraba en el pabellón con doble cerradura y por si había atentado, colocaba un candado de refuerzo acompañado de su reciente mujer que había hecho la compra fuerte y hasta otro día.
A la noche siguiente Lucas le esperó en el bingo, pero no acudió. A las 2 de la mañana se dio un rulo por casa del camello y allí estaba el coche aparcado y las luces del salón encendidas, pacientemente esperó hasta las 5. Hoy no habría movida y con la misma se fue a acostar. En ese momento su mujer se levantaba para ir a trabajar y las cosas empezaban a ir mal en el matrimonio. Curro a deshoras para él y el hijo era cuidado por la suegra en casi su totalidad. A la mañana siguiente, tarde ya sobre las 12, se llegó a la oficina, rellenó el informe y como no había otra cosa que rascar, siguió con la movida del pintor. Acabó el preceptivo informe y lo metió en la carpeta en curso y en su exterior "Operación Walkiria". Todos los datos fueron consignados al detalle. Lo de los bocatas y bote de cola no lo reflejó.
Seis años antes.
.- Me informa el Capitán de especialistas que anoche estabais dentro de un club y el vehículo en el exterior cerrado y solo.
.- MI Teniente Coronel, eran las tres de la madrugada y hacía un frío enorme, nos limitamos a tomar un café ambos.
.- Ya, pero lo hicisteis de uniforme y abandonando el vehículo oficial. Por lo tanto Lucas no tengo más remedio que obrar en consecuencia.
.- ¿Ordena alguna otra cosa?
.- Nada Lucas, nada.
.- A la orden de Usía, mi Teniente Coronel.
Lucas y el auxiliar de pareja abandonaron el despacho del jefe. Bajaron las escaleras del primer piso y se llegaron al bar. Aquello era un hervidero de personas. Hombres con mono y de uniforme que no portaban pistola, los de judicial, los de información, los del gati, los del taller y al final de la barra otros dos uniformados a los que conocía y estaban esperando que les cambiaran el aceite del coche. Qué raro pensó el auxiliar. Estaban en su madia hora del bocadillo. Pero lo curioso es que eran las 13 horas y todos bebían vermout y blanco. En fin
Lucas le comentó al compañero que lo esperara.
Deshizo el camino y habló con el Ayudante.
.- Mi Capitán, quisiera hablar un momento con el Teniente Coronel.
.- Rápido Lucas que tengo prisa.
.- Mi Teniente Coronel ¿podría preguntarle qué concepto se nos va a aplicar?.
.- Ya sabes, el artículo… te lo resumo “acudir a casas de mala nota o fama”.
.- Gracias Mi Teniente Coronel.
Al llegar a la puerta del despacho para ya salir, Lucas se volvió hacia el jefe, como lo hace Colombo y a lo tonto, como hace Colombo, le comentó:
.- Mi Teniente Coronel ¿la esposa del Capitán Marcial de especialistas sabe que él estaba a la misma hora que nosotros en el club?
Por la cara del uno, Lucas supo que no iban a ser corregidos. De momento. El Capitán Marcial años más tarde ocupó la vacante de Teniente Coronel primer jefe de la Comandancia. Y ese no tenía prisa en hacer eso que hacen esos.
Saludos.