estado pabellones
Publicado: 13 Ago 2007, 15:49
www.asigc.org 13/08/07
La esposa de un Guardia Civil describe la pésima situación de algunas casas cuartel, lo que le ha llevado a desechar la opción de vivir en una pese a que hacerlo es gratuito.
La gente ya no quiere vivir allí”. La respuesta de Rosario es tajante. Mujer de un guardia civil en activo, su tono de voz deja traslucir un enojo que no puede disimular. Se muestra convencida de que las malas condiciones de las casas cuartel que este Cuerpo pone a disposición de sus agentes es la principal culpable del progresivo abandono de dichas instalaciones que, según el sindicato ASIGC, se está produciendo en la Comunitat.
“Los pabellones están muy mal. Lo habitual es que te tengas que gastar dinero para repararlos y adecentarlos un poco, a pesar de que normalmente un agente no se está más de seis meses en el mismo”, destaca.
Rosario habla desde la experiencia ya que, no en vano, ha probado tres cuarteles diferentes. Bueno, casi: “En Cartagena aún tenía un pase, aunque tenías que ponerte cocina, arreglarte las humedades y demás. De ahí enviaron a mi marido a Vinaròs, donde la cosa estaba fatal. Por eso cuando tuvimos que irnos a la Vall d’Uixó y ví aquello me negué en redondo a quedarme”.
Desconchados en la pared, suciedad por todos lados, puertas endebles y un baño que no hace gala de su propio nombre –tal y como muestran las imágenes– fueron algunas de las comodidades que hicieron a Rosario optar por residir en otro municipio en una casa de su propiedad antes que vivir gratis en la casa cuartel.
Su indignación le ha llevado incluso a presidir la Asociación deFamiliares y Allegados de la Guardia Civil (AFAGC), desde la que se pretende reivindicar una mejora sustancial en las condiciones de vida de los agentes.
Más quejas
Pero no es sólo el mal estado de los pabellones lo que ha llevado a Rosario a cambiar de residencia. “Por las noches, los gritos e insultos que venían del calabozo despertaban a mis hijos. De hecho, en una ocasión el pequeño me dijo que no podía dormir de los golpes, y en cuanto hubo silencio me preguntó si le habían metido un chute. ¿Cómo puede ser que hable así siendo sólo un crío?”.
Hoy él tiene 7 años y su hermano 10. Rosario ha preferido trasladarse a Nules y que su marido se desplace hasta la Vall d’Uixó para trabajar que ocupar el pabellón que les tocaba. “Yo no quiero vivir en esas condiciones”, explica.
Pero, además, a todas estas deficiencias que presentan las viviendas preparadas para los agentes de este Cuerpo se le suma “el peligro de atentado, por ejemplo. Además, siempre se les puede escapar un detenido y pegarte el susto”.
“Cuando residíamos en el pabellón de Vinaròs, la cisterna tardaba media hora en llenarse, por lo que teníamos que utilizar cubos. Sin calefacción, ni aire acondicionado y con un problema tremendo de luz porque en cuanto tenías enchufadas dos cosas a la vez saltaban los plomos”, relata.
David es agente de la Guardia Civil en la Comunitat. Su historia muestra muchas similitudes con la de Rosario: “Los pabellones están abandonados. Tú intentas mejorarlo y adecuarlo, pero tienes que gastarte dinero en ello. El Cuerpo no nos ofrece calidad de vida. Residir aquí no es cómodo”.
En su caso, la habitación de su hijo “está justo encima de los calabozos”, lo que no le da pocos quebraderos de cabeza. A pesar de todo, David reconoce ser afortunado. “Ahora mismo, vivo en una casa cuartel prácticamente nueva donde somos sesenta guardias y sólo nueve disponemos de pabellón, por lo que los otros cincuenta están obligados a alquilar. Yo mismo admito que es injusto, ya que todos cobramos lo mismo y hacemos el mismo trabajo”, subraya.
Tanto él como Rosario se muestran a favor de la desaparición de estas instalaciones, con lo que el Estado se ahorraría reparar la gran mayoría de ellos y a cambio podría subir –”aunque fuera sólo un poco”, precisa David– los sueldos de estos agentes. Ahora es la Administración quien tiene la palabra.
............................
La verdad es que el tema de los pabellones está muy mal.
Yo personalmente, no he estado viviendo nunca en un pabellón que se pueda decir que esté bien. Cuando ascendía a oficial, pensaba que el asunto iba a cambiar i ha sido más de lo mismo. Cuando venía mi familia a visitarme o amigos, me daba verguenza enseñarles la casa, igual que con las amistades que haces en los destinos. Tú con tu mujer acudes a cas de otros matrimonios con los que has hecho amistad y cuando vienen a tu casa flipan y siempre se acaba hablando sobre el asunto del estado del cuartel y los pabellones y siempre te preguntan que como nos tienen viviendo en esas condiciones y claro, tú empiezas a intentar mitigar el problema, explicando que hay otros cuarteles que no están tan mal, que al fin y al cabo la vivienda es gratis, que además nos obligan a vivir en ellos, etc, pero al final lo piensas y no te queda más remedio que admitir que es indigno que nos tengan viviendo en esas condiciones y más indigno que nos obliguen.
La esposa de un Guardia Civil describe la pésima situación de algunas casas cuartel, lo que le ha llevado a desechar la opción de vivir en una pese a que hacerlo es gratuito.
La gente ya no quiere vivir allí”. La respuesta de Rosario es tajante. Mujer de un guardia civil en activo, su tono de voz deja traslucir un enojo que no puede disimular. Se muestra convencida de que las malas condiciones de las casas cuartel que este Cuerpo pone a disposición de sus agentes es la principal culpable del progresivo abandono de dichas instalaciones que, según el sindicato ASIGC, se está produciendo en la Comunitat.
“Los pabellones están muy mal. Lo habitual es que te tengas que gastar dinero para repararlos y adecentarlos un poco, a pesar de que normalmente un agente no se está más de seis meses en el mismo”, destaca.
Rosario habla desde la experiencia ya que, no en vano, ha probado tres cuarteles diferentes. Bueno, casi: “En Cartagena aún tenía un pase, aunque tenías que ponerte cocina, arreglarte las humedades y demás. De ahí enviaron a mi marido a Vinaròs, donde la cosa estaba fatal. Por eso cuando tuvimos que irnos a la Vall d’Uixó y ví aquello me negué en redondo a quedarme”.
Desconchados en la pared, suciedad por todos lados, puertas endebles y un baño que no hace gala de su propio nombre –tal y como muestran las imágenes– fueron algunas de las comodidades que hicieron a Rosario optar por residir en otro municipio en una casa de su propiedad antes que vivir gratis en la casa cuartel.
Su indignación le ha llevado incluso a presidir la Asociación deFamiliares y Allegados de la Guardia Civil (AFAGC), desde la que se pretende reivindicar una mejora sustancial en las condiciones de vida de los agentes.
Más quejas
Pero no es sólo el mal estado de los pabellones lo que ha llevado a Rosario a cambiar de residencia. “Por las noches, los gritos e insultos que venían del calabozo despertaban a mis hijos. De hecho, en una ocasión el pequeño me dijo que no podía dormir de los golpes, y en cuanto hubo silencio me preguntó si le habían metido un chute. ¿Cómo puede ser que hable así siendo sólo un crío?”.
Hoy él tiene 7 años y su hermano 10. Rosario ha preferido trasladarse a Nules y que su marido se desplace hasta la Vall d’Uixó para trabajar que ocupar el pabellón que les tocaba. “Yo no quiero vivir en esas condiciones”, explica.
Pero, además, a todas estas deficiencias que presentan las viviendas preparadas para los agentes de este Cuerpo se le suma “el peligro de atentado, por ejemplo. Además, siempre se les puede escapar un detenido y pegarte el susto”.
“Cuando residíamos en el pabellón de Vinaròs, la cisterna tardaba media hora en llenarse, por lo que teníamos que utilizar cubos. Sin calefacción, ni aire acondicionado y con un problema tremendo de luz porque en cuanto tenías enchufadas dos cosas a la vez saltaban los plomos”, relata.
David es agente de la Guardia Civil en la Comunitat. Su historia muestra muchas similitudes con la de Rosario: “Los pabellones están abandonados. Tú intentas mejorarlo y adecuarlo, pero tienes que gastarte dinero en ello. El Cuerpo no nos ofrece calidad de vida. Residir aquí no es cómodo”.
En su caso, la habitación de su hijo “está justo encima de los calabozos”, lo que no le da pocos quebraderos de cabeza. A pesar de todo, David reconoce ser afortunado. “Ahora mismo, vivo en una casa cuartel prácticamente nueva donde somos sesenta guardias y sólo nueve disponemos de pabellón, por lo que los otros cincuenta están obligados a alquilar. Yo mismo admito que es injusto, ya que todos cobramos lo mismo y hacemos el mismo trabajo”, subraya.
Tanto él como Rosario se muestran a favor de la desaparición de estas instalaciones, con lo que el Estado se ahorraría reparar la gran mayoría de ellos y a cambio podría subir –”aunque fuera sólo un poco”, precisa David– los sueldos de estos agentes. Ahora es la Administración quien tiene la palabra.
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La verdad es que el tema de los pabellones está muy mal.
Yo personalmente, no he estado viviendo nunca en un pabellón que se pueda decir que esté bien. Cuando ascendía a oficial, pensaba que el asunto iba a cambiar i ha sido más de lo mismo. Cuando venía mi familia a visitarme o amigos, me daba verguenza enseñarles la casa, igual que con las amistades que haces en los destinos. Tú con tu mujer acudes a cas de otros matrimonios con los que has hecho amistad y cuando vienen a tu casa flipan y siempre se acaba hablando sobre el asunto del estado del cuartel y los pabellones y siempre te preguntan que como nos tienen viviendo en esas condiciones y claro, tú empiezas a intentar mitigar el problema, explicando que hay otros cuarteles que no están tan mal, que al fin y al cabo la vivienda es gratis, que además nos obligan a vivir en ellos, etc, pero al final lo piensas y no te queda más remedio que admitir que es indigno que nos tengan viviendo en esas condiciones y más indigno que nos obliguen.