Quejas sobre las condiciones de reaojo

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[align=justify]Reacciones al atentado contra las torres de la guardia civil de la avenida de Cantabria

Vecinos de la casa cuartel se quejan de las condiciones del realojo

Unos consideran una grave amenaza para su seguridad juntar a 20 familias de guardias en un bloque; otros califican sus casas de «ratoneras», sin cocina y con defectos de obra.Pablo

LadreroP.C.P. / Burgos

Unos están encantados, dentro de su desgracia, con las viviendas que les han correspondido. Tienen piscina, baño con jacuzzi o una terraza exterior muy luminosa. Pero otros ni siquiera dispondrán de cocina hasta mediados de septiembre. Víctimas del atentado contra la casa cuartel de la Guardia Civil se han puesto en contacto con este periódico para quejarse de las condiciones en las que son realojados, en algunos casos por la seguridad y en otros por las características de los pisos.[/align]
El pasado martes, la Subdelegación del Gobierno en Burgos procedió al reparto de las viviendas ofrecidas por 5 constructoras y Caja de Burgos para las 89 familias que residían en los 5 bloques que ETA trató de saltar por los aires el pasado 29 de julio. La mayoría han visto ya los que serán sus hogares por el plazo mínimo de un año, aunque si se opta por el derribo y la construcción de un nuevo edificio -también se hizo una Comisaría nueva tras otro atentado- temen que puedan transcurrir hasta 4 años.
El delegado del Gobierno en Castilla y León, Miguel Alejo, explicó ayer en Zamora que el expediente de declaración de emergencia de la casa cuartel de Burgos irá al próximo Consejo de Ministros, aunque en principio había sido anunciado para el del pasado jueves. En la actualidad, se encuentra en manos del secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho. Una vez aprobado, «en el plazo máximo de un mes» se pondrán en marcha las actuaciones que determinen los técnicos. Aún no ha trascendido si optarán por el derribo -total o parcial- o por la rehabilitación.
Antes de entrar a las casas, algunos se han sorprendido ya de que prácticamente todo un edificio sea ocupado por guardias civiles. Más de 20 de las familias afectadas han sido realojadas en el mismo bloque, con los correspondientes riesgos que para su seguridad y la del vecindario conlleva.
En otros casos, la indignación ha surgido al contemplar el interior de las nuevas viviendas. Los metros cuadrados de los que disfrutaban en sus pabellones (había 2 tipos de pisos, grandes o pequeños) se han reducido drásticamente -algún inquilino lo tilda de «ratonera»- y, no solo faltan detalles, sino también una equipación tan imprescindible como la cocina, al completo. Asimismo, denuncian que existen desperfectos de obra, como grietas y puertas que no funciona correctamente.
Aprovechan por último para reclamar las ayudas de urgencia que les anunciaron las autoridades, ya que en algunos casos han perdido prácticamente todo. «Todavía estamos esperando el dinero que nos prometieron para ropa y objetos de primera necesidad. Como no ha muerto nadie, así nos va», concluye con amargor.

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