El Hostigamiento A La Guardia Civil Desacredita a Rubalcaba

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El Hostigamiento A La Guardia Civil Desacredita a Rubalcaba

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[align=justify]El hostigamiento a la Guardia Civil desacredita a Rubalcaba

Creo que en la España de 2010, una de las muestras más claras del daño hecho por la gestión de Zapatero al entramado institucional emanado de la Transición ha sido la obvia aniquilación de los sindicatos CC.OO. y UGT, a los que el PSOE hace mucho que dio el definitivo abrazo de la mantis, mientras los irresponsables líderes sindicales se preocupaban más de proteger sus intereses y ganancias que de defender los intereses de los trabajadores. Alejandra Ruiz-Hermosilla lo exponía perfectamente en su artículo del pasado 8 de septiembre en El Imparcial, titulado “La ’gran putada’ de los sindicatos”, cuando escribía de los sindicatos que “no es de recibo (…) que su grado de politización sea tan escandaloso como es y como consecuencia de su absoluta dependencia de las subvenciones a costa de nuestros impuestos, ni mucho menos que su defensa de los trabajadores desempleados sea nula”. Creo, pues, que en la España actual es indispensable afrontar una completa revisión del papel y funcionamiento de los sindicatos, verdaderos mastodontes que no representan ya a nadie, salvo a los que están en nomina directa beneficiándose de las subvenciones.

Hay sin embargo dos asociaciones de trabajadores en España que están haciendo su labor de modo ejemplar, denunciando la falsa política del gobierno Zapatero aun a costa de sufrir caro por ello. Dos asociaciones de funcionarios que están haciendo un gran servicio a España con su esfuerzo por conseguir que se mejoren las condiciones de trabajo de los Guardias Civiles, que tanto empeño ponen a diario para proteger y servir a la ciudadanía. Estas dos asociaciones no son otras que la “Unión de Oficiales” de la Guardia Civil (UO) y la “Asociación Unificada de Guardias Civiles” (AUGC).[/align]

Ambas trabajan, en representación de estos sufridos servidores públicos, por conseguir que se equiparen sus derechos a los de otros Cuerpos y Fuerzas del Estado y para que se apliquen en España, de una vez por todas, las mismas condiciones laborales que la UE ha exigido y que se respetan en la mayoría de los países de la Unión Europea.

Ambas reclaman que se acabe con la división en escalas que discrimina a los oficiales de promoción interna frente a los provenientes de la Academia Militar; que se igualen salarios para que la Benemérita (a la que todos debemos tanto) deje de ser el Cuerpo de Seguridad del Estado peor pagado de todos en España; que sus derechos laborales y de huelga se equiparen de una vez a los de las demás policías en nuestro país; que los políticos asuman las inversiones justas y necesarias para dotar a la Guardia Civil de los medios que requiere para llevar a cabo su labor al servicio de los españoles; que el gobierno abandone los discursos vacios de contenido y las contradicciones para implementar las medidas necesarias que aseguren a los Guardias Civiles unas medidas de seguridad mínimas a la hora de desarrollar su labor; en suma, que se haga justicia con un Cuerpo al que España le debe tanto y que se respeten los derechos labores de sus miembros en la misma medida en que se respetan los de los demás ciudadanos y trabajadores. No parece que esto sea algo ilógico ni imposible de alcanzar para la Democracia española en 2010. ¿Será posible?

Daba a entender el analista del diario “El Confidencial” Antonio Zarzalejos, en su artículo del pasado 11 de septiembre titulado “El presidente efectivo del Gobierno”, que “nuestro nunca bien ponderado ministro del Interior” es “el presidente efectivo del Gobierno”. Puede que sí y puede que no. Lo cierto es que la política hispana se ha convertido, bajo las herraduras del PSOE actual, en un campo yermo en el que ya casi resulta imposible reconocer quién es quien, ni cuales son las propuestas programáticas a creer, ni a quién demonios le importa algo que no sea solo su maldito escaño, en esta España maltratada que se nos va al garete ante la mirada cómplice de unos y el gesto de incredulidad de otros.

Y en medio de este embrollo multitudinario en el que se ha convertido la política nacional, teniendo que tragar con un Presidente del (des)Gobierno dispuesto a comprar con prebendas incosteables los votos que necesita en el Congreso y preparado para seguir adulando con subvenciones injustificables a los anquilosados sindicatos antes denunciados, resulta que el (aparentemente) todopoderoso Ministro Rubalcaba ha decidido que ha llegado la hora de ser duro y que los que van a pagar los platos rotos son los Guardias Civiles, sus familias y los ciudadanos que nos beneficiamos de su abnegado servicio. En su maquiavélica estrategia, apoyada por el iluminado de León (ese que pretende acabar por sí solo con los males del mundo al tiempo que descuartiza España), el Ministro Rubalcaba decidió ya hace tiempo —a los datos me remito— asegurarse la complicidad de la cúpula de la Benemérita a cambio de duplicar el número de Generales y de mantener las denunciadas discriminaciones internas entre escalas, para poder seguir adelante en su gestión sin respetar los derechos básicos de los Guardias Civiles. Una actuación que es terriblemente incoherente con los principios de aquellos que se autodenominan “progresistas”, esos que en nuestra Patria no se ven por ningún lado, dicho sea de paso.

Decía recientemente Zapatero que él “no había traicionado sus principios”. Algo que, visto lo visto desde 2004, no hay ya quien le discuta. Las contradicciones y vergüenzas de este (des)Gobierno son ya tantas que da mareo ponerse a enumerarlas, pero aun así, tiene razón nuestro “brillante” Premier cuando dice que no ha traicionado sus principios. Y es que para traicionar los principios hay primero que tenerlos. El trato injustificado que se da a un Cuerpo tan sacrificado y tan entregado al servicio a la ciudadanía como es la Guardia Civil, mientras se llevan años despilfarrando millones y apoyando agendas esperpénticas, demuestra que quien nos gobierna carece de principios. Esta actuación de hostigamiento a los representantes de los Guardias Civiles, que se juegan a diario la vida por defender nuestra Democracia y nuestras vidas, desacredita además profundamente al Ministro Rubalcaba. El mismo que lleva ya años poniéndose medallas conseguidas con el sacrificio abnegado de los miembros del Cuerpo Nacional de Policía y de la Guardia Civil.

Desde estas líneas, en este momento de especial hostigamiento institucional, me permito transmitir a los Guardias Civiles y a las asociaciones que los representan mi más profundo respeto y agradecimiento por su trabajo al servicio de los ciudadanos, al tiempo que pido al pueblo español que despierte de su letargo y que apoye los esfuerzos de aquellos que se juegan la vida por nosotros, para conseguir que sus derechos sean por fin respetados como es debido. No hay mayor prueba de honor y justicia nacional que reconocer como es debido el trabajo y los derechos de aquellos que llevan tanto tiempo dedicados a proteger y servir a la ciudadanía.

Que se despida —vista su inutilidad— a algunos cientos de asesores presidenciales, y que se recorten las partidas dedicadas al despilfarro sin sentido, pero que se deje de humillar y amenazar a los miembros de la Benemérita y a sus asociaciones: no se lo merecen; es una indecencia y una gran injusticia.

FUENTE: Elimparcial
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